Parras, Coahuila. Dicen los lugareños que por este rancho no pasó Dios, porque para llegar hasta este escondido pueblo hay que librar una trocha polvorienta y pedregosa llena de voladeros.
En época de campañas electorales, los políticos sí libraron la troncha para ir por el voto de los pobladores, lo obtuvieron, y no volvieron más.Se llama San Rafael de la Hedionda, municipio de Parras, Coahuila.
A pesar de su lejanía, los pobladores de la comunidad no escaparon de los efectos de la pandemia de covid-19; como en otras entidades en México, perdieron su empleo y sufrieron la caída de sus ingresos económicos.Tienen una demanda principal; que les hagan llegar alimentos.
"Que nos visiten, una despensa aquí pa' los ejidos porque, así como nos ven aquí, así estamos todos, olvidaos.Qué hacen, qué salen, qué ayudan; oye uno en las noticias, nomás' oímos que sale en la tele, en el radio, que dieron despensas, pero por aquí no", apuntó Jaime Rodríguez, campesino.
Este hombre, trabajador del campo, sobrevive de cortar orégano en el monte, pero como no ha llovido la planta es escasa; entonces también recurre a la quema de candelilla una planta que colectan en los cerros para extraer cera que se utiliza en la industria cosmética.
Aseguró que a raíz de la pandemia y la crisis económica que provocó, bajaron el precio de la cera que obtienen de la candelilla; aunque no precisó en qué porcentaje.
"Pos' la cera nos la compran bien barata y pos' no llueve pal' orégano.Nadie nos visita, ni el alcalde, nadie", dijo debajo del portal de su casa.
San Rafael de la Hedionda es como cualquier otra comunidad del semidesierto, donde escasea el agua, no hay luz, pavimento ni drenaje.La mayoría de las casas en esta zona son de adobe y reflejan la pobreza de los residentes.
El último político que pisó esa tierra fue, Ramiro Pérez Arciniega, actual alcalde de Parras, cuando andaba en campaña.
Entre las promesas que hizo a la población para ganar su voto fue la construcción de un camino, pero nunca cumplió.
"Nos dijo 'el camino ya se está acabando, pero entrando yo voy a hacer un muro para ampliarles el camino como estaba antes'; y hasta orita' ya no se ha parao', nomás' cuando andaba en campaña sí se paró, orita' ya no, ya se olvidó", narró don Jaime.
De ahí en menos, como dice la gente del campo, nadie se acerca a darles la vuelta.
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